Con la llegada
de Trump a la presidencia de EUA, ha sido un revulsivo para los
demagogos de closet y un segundo aire para los demagogos en retiro. Por
supuesto, está palabra no es utilizada por ellos mismos y les place mencionar “populista”
creyendo con ello estar indicando el uso del término exclusivamente para líderes
de naciones o aspirante a líder de alguna nación; es decir el resto de
demagogos que no entran en esta categoría no podrían ser señalados como
populistas: “líderes de opinión”, ex presidentes, comunicadores de radio y tv,
columnistas de periódicos, políticos de primer nivel, etc. Pero el término
correcto para toda esta maraña de oportunistas es: demagogo.
Y es que una
mirada al espejo por parte del demagogo le resulta insoportable de contemplar su propia imagen, por ello
tiende a observar hacia afuera, hacia los demás, si, los demás lo son excepto
él. El de enfrente es un peligro para México; el de enfrente tiene propuestas
ridículas sobre el crecimiento económico de México; el de enfrente te ha hecho
perder empleos; el de enfrente trata de dividirnos; (agrega aquí el resto de
frases que escuchas a diario) etc.
Los demagogos
invocan al sentimiento, por ello puedes escuchar de moda la palabra UNIDAD,
pero a cambio el demagogo jamás hará unidad contigo porque ha hecho sólo uso
del sentimiento que puede crear en ti la frase UNIDAD de los mexicanos para
obtener una ventaja, un interés, el poder, el control.
¿Y qué es el
populismo? Encontré el siguiente artículo de Marcos Roitman Rosenmann -¿Por qué
llamar populistas a los demagogos?- en la que explica: “El
populismo hunde raíces en la Rusia zarista. Su razón teórica fue definir una
posible transición del feudalismo al socialismo, sin pasar por la experiencia
traumática, se dirá, de la explotación capitalista. La discusión trajo a
colación el carácter comunista y revolucionario de los campesinos rusos, al
reivindicar el sentido comunitario de la obschina, antigua comuna agraria del muljik-agricultor. El
concepto cobra carta de ciudadanía por el movimiento político Ida al Pueblo
(1873-74). Su definición se le atribuye al revolucionario ruso Alexander Herzen
(1812-1870). Así lo refleja Lenin en Contenido
económico del populismo. Afirmación compartida por los
especialistas, destacando el ensayo Populismo
y marxismo en Rusia. Controversia sobre el capitalismo, de Andrzej
Walicki. En definitiva, el populismo alude a un proceso de transición, que en
su traslado en América Latina, a mediados del siglo XX, sirvió para
conceptualizar la estrategia política de la burguesía nacional, sus reformas y
su ansia por desplazar a la oligarquía del poder. Al populismo latinoamericano
se le reconoce por su ideología nacionalista, cierto antiimperialismo, un
discurso obrerista, un marcado tinte anticomunista y ser un fenómeno urbano.
Fue la opción de evitar el triunfo de las revoluciones populares durante la
crisis de los años 30 y posterior a la Segunda Guerra Mundial. Como régimen
político fue un proyecto modernizador, absorbió ciertas demandas de las clases
populares, cooptó sectores medios y, con un discurso paternalista, reprimió al
campesinado y facilitó el acceso al poder de las elites empresariales y
burguesías locales en alianza con el capital trasnacional, desplazando a las
oligarquías terratenientes.
Por contra, el demagogo
alude al término griego
conductor del pueblo. Sin embargo, el concepto sirve para identificar una estrategia discursiva del engaño para la toma del poder. Su uso cobra importancia en un sistema democrático representativo, en el cual el sufragio universal conlleva la manipulación de la opinión pública para conseguir el objetivo de gobernar.”
Marcos Roitman nos
recomienda un libro para saber más sobre el tema: del autor Raoul Frary, la
obra Manual del demagogo,
traducida al castellano por editorial Sequitur.
Te comparto aquí el artículo de Marcos Roitman publicado
en La Jornada 22/01/2017
