lunes, 25 de septiembre de 2017

NOSOTROS YA NO SOMOS LOS MISMOS

NOSOTROS YA NO SOMOS LOS MISMOS

Después del terremoto del 19 de septiembre la frase que antecede parece una afirmación, sin embargo es un deseo.
El 19 de septiembre pero de 1985 sucedió un fenómeno similar con epicentro en las costas de Guerrero, y al igual que hoy, fue impactante entre la población que lo padeció, similares estados: Puebla, Morelos, Guerrero y el DF que más lo resintió.
Como el efecto que ocasiona en el alcohólico, que después de vivir tremenda borrachera, llega el día de la cruda física y emocional en el que se promete y promete no volverá a ocurrir, pero sólo es cuestión de tiempo para que vuelva a las borracheras. Así la población que ha sufrido los estragos de un terremoto, no toda ella pero si muchos, aquellos que hacen conciencia de la oportunidad de vivir, reflexionan sobre lo que se ha dejado de hacer y de mejorar en cualquier rubro de interés personal ¿y qué sucede? Recordemos el sismo del 85´ en la hoy CDMX, nada cambió en lo político. Aquella ocasión salieron funcionarios de todos los niveles, del DF mismo a indicar que las normas de construcción serían más rígidas, lo mismo que lugares, los niveles  y los permisos de construcción ¿qué paso? Nada, la corrupción rampante continuó su curso. Hoy volvemos a ver los resultados. Y por las noticias vemos como el sector público le urge demoler y retirar sin un peritaje previo en la CDMX.
Aquella y está ocasión, la población reaccionó, fue sacudida de su letargo (impuesto y programado) y entró en acción. Se organizó. En el 85´ el gobierno le apostó al olvido, dejar pasar los días para, como el borracho, le pasara la resaca a la población y volviera a su estado de complacencia e indiferencia. ¿No? Tres años después llegó Salinas de Gortarí en 88´y fue un asalto en despoblado: las privatizaciones de las empresas del sector público como TELMEX, porque decía, era una carga para el erario público su mantenimiento ¿Qué empresario compraría una empresa si NO fuera negocio? Hoy ¿Qué nos depara como pueblo los acontecimientos del terremoto? Pasando los días ¿volveremos al sofá a seguir consumiendo telenovelas y partidos de fútbol, en lugar de continuar unidos y organizados como sociedad?

En esta coyuntura también se presenta la oportunidad individual, el cambio personal. Como dice la frase popular “De aquí pa´l real”. Está ocasión, hubo también daños graves en otros estados. Morelos, un estado bendecido por la naturaleza y un ritmo de vida distinto a la capital. Hoy hombres y mujeres fueron sacudidos enormemente en su patrimonio, en sus integrantes de familia, en su experiencia con la vida. Pero esta “desgracia” es una oportunidad, pues les ha dado, otorgado, la conciencia del superviviente en la que cada uno, individualmente, tendrá si lo desea, reconocer su verdadero sentido de existir, que siempre está presente en cada uno, pero que la comodidad, las costumbres y los hábitos no nos permiten mirarlo, hasta que nos volvemos supervivientes de cualquier desgracia, en que sentimos en carne propia el desamparo, nuestra fragilidad humana. Ahí está, siempre ha estado con nosotros, el verdadero sentido por vivir, por fin lo vemos claramente. Empezamos, si lo desea, a vivir la vida sin futurizarse, sin frustraciones, a vivirla cada día con gratitud, plenamente, empezamos a sentir empatía por aquellos que antes que nosotros sufrieron desgracias, pérdidas, los primeros supervivientes y que nos dieron ejemplo de cómo salir adelante, incluso con una nueva perspectiva de vida, más plena y satisfactoria. Acá siempre han estado esos primeros supervivientes: los millones de migrantes; las familias de los 43 alumnos de Ayotzinapa; los desplazados de sus tierras; las familias de desaparecidos y una larga lista de supervivientes que nos dan ejemplo.

Es aún reciente el evento del terremoto y será normal sentir incertidumbre, miedo o preocupación tal vez, pero no dejemos pasar la oportunidad de canalizar estas emociones. La oportunidad ahora está en nuestras manos de contar con la CONCIENCIA de un superviviente, que siempre tiene una actitud de disposición y buena voluntad. Tengamos confianza, y veremos la reconstrucción de un nuevo y sólido edificio en que se convertirán nuestras vidas.


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